Son las peteneras uno más de los géneros del flamenco que tienen un origen incierto, no obstante ha sido puesto en relación por algunos autores con algunos géneros centroamericanos y caribeños. Consecuentemente existen numerosas teorías sobre el origen de la petenera. Una , muy difundida, emparienta este género con un canto de origen semita, a raíz de la inclusión en una letra clásica de unos personajes sefarditas. H. Rossy por ejemplo apunta una canción «viella» (canciones de España) que realizan los sefarditas residentes en los Balcanes y que hace referencia a las peteneras. No obstante los estudiosos coinciden en situar los albores de la petenera a finales del XVIII, algunos atribuyéndole la creación del género a una cantaora de la época llamada La Petenera, perteneciente a la mitología flamenca, debido a la numerosas referencias a esta mujer que encontramos en algunas letras de petenera. Estébanez Calderón cita y emparienta las peteneras con unas seguidillas de aire vivo, en referencia a la petenera folclórica, y también nombra a la cantaora gitana La Rubia como interprete de unas coplillas que los aficionados llaman peteneras. Posiblemente la petenera surja a partir de la cristalización de elementos desprendidos de algún cante del siglo XIX, o perteneciente al fragmento de un dialogo zarzuelero. Antonio Machado Demófilo, apunta en 1881 un total de 23 letras de peteneras, y una de ellas dice «En la Habana nací yo / debajo de una palmera / allí me echaron el agua / cantando la petenera». En opinión de Romualdo Molina y Miguel Espín, tienen las peteneras acento y voz cubanos, y estructura y literatura peninsulares y dieciochescos.
Dos teorías relacionan el origen de las peteneras con una comarca determinada. La primera, defendida por Rodríguez Marín y Antonio Machado Demófilo, atribuyen a Paterna el lugar de origen del género, basándose en la corrupción de la voz paternera a petenera, aunque es igualmente este autor el que se refiere al «Punto de La Habana» como el estilo por el que se canta las peteneras; no en vano el compás de las peteneras es común al punto cubano y a las guajiras, así como, con otras distribución de acentos, a la soleá, a las bulerías y a las cantiñas. Otra teoría la emparienta con la comarca de El Petén, comarca guatemalteca. En cuanto al posible origen indiano de este género, Arturo Warman asegura haber encontrado la petenera en los programas del Teatro Coliseo de México ya en 1803.
El acervo flamenco de las peteneras es variado y en la actualidad conocemos por lo menos hasta un total de dos estilos fundamentales: la antigua y la moderna y esta a su vez diferenciada en corta (o chica) y larga (o grande). Se atribuye a Medina el Viejo la definición de la petenera flamenca hacia 1880 (dos tipos de petenera corta y uno de petenera larga), modelo que mas tarde divulgaría Antonio Chacón y que cultivo igualmente la Niña de los Peines.
Debido a las singulares estructuras musicales sobre las que se basa la petenera, éste es uno de los géneros más difíciles de encuadrar dentro de algunos grupos de palos flamencos. La métrica es de 6×8 + 3×4 (amalgama vulgarmente conocida como compás de peteneras) y al igual que el punto cubano se puede cantar con un ritmo fijo, o con un ritmo más libre. La melodía es métrica y no realiza melismas exceptuando la escala ascendente propia de las petenera flamenca sobre la letra «a». Utiliza la cuarteta octosílaba (romance), repitiendo algún verso o introduciendo expresiones como «madre de mi corazón» en forma de ripio. El cante se extiende durante catorce compases y tiene cuatro fragmentos cadenciales de dos versos cada uno que se completan con repeticiones o palabras de relleno. Esta es la petenera que se canta en la versión bailable, con pasos de seguiriya y mantón, castañuelas o pitos (chasquidos) y palmas, y también se conoce como petenera chica, que se utiliza normalmente como preparación de la petenera larga.
La danza de la petenera provoca gran afición entre los jóvenes a finales del siglo XIX, siendo requerida en las escuelas de baile después de aprender las segudillas sevillanas. La versión bailable se la debemos principalmente, según nos apunta R. Molina y M. Espin, a Paulino Ruiz, Soledad Miralles y Rosa Durán. Tanto el baile como el cante de la petenera están rodeados de un aura supersticiosa que, se supone, trae mala suerte a sus intérpretes, lo mismo que ocurre con la alboreá.
los quiero a todos quiero comunicarme con