Nombre artístico: El Planeta
Nombre: Antonio Monge Rivero
Nació: 1789
Murió: 1856
Origen: Cádiz
Es el primer cantaor de flamenco del que se tiene testimonio documental de su existencia y de sus cantes, en razón a que el autor de «Escenas Andaluzas», Serafín Estébanez Calderón, dejó constancia de ello en su obra (Las «Escenas Andaluzas» se publicaron en 1847). Pocos son los cantaores entre los incluidos en la conocida lista que el cantaor Juanelo proporcionó a D. Antonio Machado y Alvarez (Demófilo), de los que se tiene constancia documental de su vida artística y de las características de sus cantes, y entre esos pocos está «El Planeta».
De «El Planeta» sólo se conoce lo que de él nos dice Estébanez Calderón, todo lo demás que se ha escrito sobre esta figura son suposiciones, hecho éste muy corriente en los estudios sobre los orígenes y primeros tiempos del arte flamenco.Por el citado autor sabemos que El Planeta era un cantaor que se acompañaba él mismo a la guitarra, instrumento que deja bien descrito cuando nos habla del personaje. La figura de El Planeta con la guitarra en la mano ha quedado perpetuada en la única imagen que tenemos de él, y que se recoge en el grabado realizado por su contemporáneo Francisco Lameyer. En cuanto a su físico, Estébanez Calderón nos dice: «La cara no era nada desagradable: ovalada, con ojos negros, vivos e inteligentes, con nariz regular, con boca ancha pero dejando ver regulares y blancos dientes, con la frente levantada y bien calzada de pelo y con cierto gesto de autoridad afectada pero por nadie contradicha, daban al todo de la persona las afueras y el exterior de algún patriarca de aviesa y enrevesada laya». Después el autor se extiende sobre la vestimenta del cantaor.
Nadie tiene constancia de su nombre; algún autor adelanta el de Antonio Fernandez(?).Se ha dicho que el apodo de «El Planeta» le fue puesto por la alusión a los astros que el cantaor hacia en sus coplas. En cuanto al lugar de su nacimiento, en la relación de Juanelo figuraba como natural de Cádiz, aunque Molina y Mairena se inclinan a creer que nació en Triana (?), sin ninguna base en que apoyar tal afirmación. Por su parte Angel Alvarez Caballero opina que «lo más probable pudiera ser que El Planeta nació en Cádiz, en el último tercio del siglo XVIII, trasladándose a Triana, donde desarrollaria la parte culminante de su carrera» (Historia del Cante Flamenco.-Alianza Editorial, págs. 37 y siguientes). Este mismo autor se hace eco de la creencia de que El Planeta fué herrero, en base a que tal era el oficio de muchos gitanos en los tiempos primitivos del cante, pero se trata de una suposición como tantas otras de las que se han hecho sobre la vida de este personaje. Su vida debió transcurrir entre el último tercio del siglo XVIII y mediados el siglo XIX.
En cuanto a sus cantes, en las «Escenas Andaluzas» se describe la escena de un baile en Triana de la siguiente forma: «En tanto, hallándome en Sevilla, y habiéndoseme encarecido sobremanera la destreza de ciertos cantadores, la habilidad de unas bailadoras y, sobre todo, teniendo entendido que podria oir algunos de estos romances desconocidos, dispuse asistir a una de estas fiestas.El Planeta, El Fillo, Juan de Dios, Maria de las Nieves, La Perla y otras notabilidades, así de canto como de baile, tomaban parte en la función», «En la democrecia práctica que hay en aquel pais no causó extrañeza la llegada de gente de tan distinta condición de la que allí se encontraba en fiesta.», «Entramos a punto en que El Planeta, veterano cantador, y de gran estilo, según los inteligentes, principìaba un romance o corrida, después de un preludio de la vihuela y dos bandolines, que formaban lo principal de la orquesta, y comenzó aquelos trinos penetrantes de la prima, sostenidos con aquellos melancólicos dejos del bordón, compaseando todo por una manera grave y solemne, y de vez en cuando, como para llevar mejor la medida, dando el inteligente tocador unos blandos golpes en el traste del instrumento, particularidad que aumenta la atención tristísima del auditorio.Comenzó el cantador por un prolongado suspiro, y después de una brevísima pausa, dijo el siguiente lindísimo romance del Conde del Sol,que, por su sencillez y sabor a lo antiguo, bien demuestra el tiempo a que debe el ser.»(Escenas Andaluzas.-Ed.Cátedra.1985.-pag. 253 y 254). Por tanto, lo único que se deduce del texto en cuanto a la actuación de El Planeta es que cantó por romances. Si partimos de la base que la única fuente de información que tenemos de este cantaor viene constituida por la obra de Estébanez Calderón podemos preguntarnos, siguiendo el criterio de Alfredo Arrebola: ¿En qué se basan los que han atribuido a El Planeta el cante del polo, seguiriyas y cañas?. Y sigue preguntándose este autor: ¿Es que hay que aceptar sin fundamento histórico alguno la paternidad gitana de los cantes?. Y Alfredo Arrebola, autor, investigador del flamenco y. además, notable cantaor, confirma sus dudas con el apoyo del criterio de otros autores: «En este sentido, dice Alfredo Arrebola, sigamos las palabras de Pedro Camacho Galindo:… es bueno tener presente que Estébanez Calderón no menciona en ningún momento la seguiriya, ni la soleá, ni cantadas por El Planeta, ni por ningún otro cantaor. Habria que aceptar, aunque en precario, que las «tonadas sevillanas» a las que alude el escritor malagueño -aunque puestas en voces distintas de El Planeta- fueron las «tonás andaluzas» de que nos habla don Tomás Andrade de Silva, y que de algunas de ellas se hubieran tomado el molde de las hoy conocida como «seguiriyas». Sólo de este manera podria admitirse conjeturalmente que El Planeta fuera un cantaor de «seguiriyas». Lo demás que cantara El Planeta –romances, polos, cañas– fuera el rey, el emperador o el faraón de estos últimos, eran canciones de indiscutible procedencia andaluza».
Como puede verse, todo son hipótesis y conjeturas en aquellos aspectos de la vida y obra del cantaor que no están comprendidos en la crónica literaria de Estébanez Calderón, vida y obra del que se ha considerado primer cantaor realmente conocido en la historia del flamenco.
INVESTIGACIÓN DE MANUEL BOHÓRQUEZ SORE LA VIDA DE EL PLANETA
El legendario cantaor y guitarrista El Planeta está considerado como el primer gran maestro del cante andaluz, pero hasta ahora sólo le conocíamos por su remoquete artístico, su apodo. El escritor costumbrista malagueño Serafín Estébanez Calderón (1799-1867) lo dio a conocer en su célebre relato Un baile en Triana (El Heraldo, 1842), pero no aportó ninguna información biográfica. Antonio Machado y Álvarez Demófilo lo hacía natural de Cádiz en su Colección de Cantes Flamencos (1881), sin aportar tampoco datos útiles para proceder a localizarlo en vetustos legajos parroquiales y deteriorados padrones municipales. Al no conocerse su nombre y apellidos resultaba prácticamente quimérico averiguar de dónde era, cuándo nació, si se casó y tuvo hijos y, sobre todo, dónde y cuándo murió el histórico artista. En un artículo de La Iberia, de la capital de España, del 30 de mayo de 1856, sobre un libro del barbero sevillano Joselito Pantoja, se asegura que era malagueño y que le había compuesto al tal Pantoja “una caña y una soleá”. ¿Letra o música? No deja de ser revelador que El Planeta tuviera ese reconocimiento de creador ya en aquellos años. En otro artículo, en esta ocasión del escritor y político malagueño José Carlos de Luna, en ABC, del 27 de mayo de 1962, lo hacía también natural de Málaga y aseguraba que fue quien pagó la llave de plata del cante concedida en el Café Sin Techo de Málaga a Tomás El Nitri. Por último, Rafael Benítez Caballero, autor de la obra El Barquero de Cantillana –editada en 1894-, se refería a él también como el Tío Antonio El Planeta: “Pasé por una tienda de montañeses donde había juelga, y entre otras, se la oí cantar al Tío Antonio El Planeta, que no cabía más de bien y de sentimiento”.
¿Cómo localizar sus datos personales sin saber sus apellidos? Sólo había una manera y era analizando la partida de nacimiento de Manolo Caracol, su tataranieto, aunque instruidos y sesudos investigadores siempre hayan dudado de que el genio sevillano de la calle Lumbreras fuese tataranieto del Rey de los Polos, como lo definió Estébanez Calderón. La empresa no era fácil pero alguna vez había que emprender la apasionante y gravosa aventura de localizar al primer cantaor influyente de la historia del cante jondo, que esté documentado. Si buscaba al tatarabuelo materno de Caracol y descubría que se llamaba Antonio y que era natural de Cádiz, estaba claro que se llegaría a buen puerto, que es lo que ha ocurrido. En la partida de nacimiento de Manuel Ortega Juárez, Caracol, encontré los nombres de sus abuelos, como es lógico, ambos naturales de Málaga: Gregorio Juárez Monge y Francisca Soto Ramírez. Localizar a estas personas era complicado, pero tras una ardua tarea de investigación en el Padrón de Málaga se obró el tan ansiado milagro y apareció un supuesto nieto de El Planeta, el ya citado Gregorio Juárez Monge.
Al localizar su partida de nacimiento en Málaga comprobé con regocijo inenarrable que su abuelo materno se llamaba Antonio y que era natural de Cádiz. Ya sabía que El Planeta se llamaba Antonio Monge. El siguiente paso fue localizar a la madre de Gregorio Juárez, que resultó llamarse Dolores Monge Bara, o sea, una hija de El Planeta a la que localicé casándose en la Parroquia de San Juan de Málaga con el malagueño José Juárez García, con 32 años de edad. Como vivían en la calle San Juan, nº 1, de Málaga, el Padrón de 1852 me aportó el segundo apellido de El Planeta, Rivero, y el nombre y los dos apellidos de su esposa, María Bara Gallardo, que también era natural de Cádiz. Demófilo acertó cuando aseguró que el mítico cantaor era natural de la trimilenaria Cádiz. Joselito Pantoja y José Carlos de Luna tampoco iban muy descaminados, porque El Planeta abandonó pronto la ciudad de Cádiz, después de casarse y tener a su último hijo, Tomás, para afincarse en Málaga sobre 1836, donde casó a varios de sus vástagos y donde murió ya anciano para la época.
Antonio Monge Rivero El Planeta era natural de la ciudad de Cádiz, en la que nació sobre 1789. Pudo nacer en la calle del Marzal -hoy Vea Murguía-, en el antiguo Barrio de San Antonio. Hijo de Gregorio Monge y de Francisca Rivero, que también eran naturales de Cádiz, se casó con la también gaditana María Bara Gallardo, siendo ambos muy jóvenes. Tuvo al menos siete hijos en Cádiz, entre 1810 y 1834, que fueron, en este orden, Antonia, Tomasa, Francisco, Dolores, María Dolores, María Magdalena y Tomás. Es probable que tuviera algunos más y que murieran. De hecho, en el Padrón de Habitantes de Málaga no aparecen los dos primeros hijos del matrimonio.
No sería muy descabellada la idea de que El Planeta fuera hijo del Tío Gregorio al que describió metido en fiesta campera el también gaditano José Cadalso en sus Cartas Marruecas, en el último tercio del siglo XVIII. Estas cartas se publicaron por primera vez en el Correo de Madrid en febrero de 1793 y cuatro años más tarde aparecieron en un libro editado por la imprenta Sancha. El militar no llegó a verlas publicadas porque Cadalso, que había nacido en Cádiz en 1741, acabó sus días en 1782. Nos dice este autor que el tal Gregorio era un gitano carnicero de Cádiz, que, además, estuvo en la cárcel por apuñalar a alguien en la feria de esta ciudad, lo que podría explicar la famosa seguiriya de El Planeta, “para que saque a mi pare /que verlo camelo”. Lógicamente, es muy difícil poder demostrar que el Tío Gregorio fuera el padre de nuestro cantaor, aunque es muy posible que lo fuera, porque en aquellos años no había en Cádiz muchos carniceros con ese nombre, según el censo de gitanos de la época. Este asunto queda pendiente para una posible biografía sobre el artista.
Como ya he indicado, Dolores Monge, una de las hijas de El Planeta, se casó en Málaga, en la Parroquia de San Juan, con el malagueño José Juárez García, el 31 de octubre de 1852. El Planeta vivía entonces en la calle San Juan, nº 1, con su esposa y dos de sus hijos. Su hija Dolores tuvo una hija, Antonia Juárez Monge, el día 6 de agosto de 1853, en la calle Santos de Málaga, nº 19, que se bautizó en la Parroquia de San Juan el día 12 de agosto de este mismo año. En 1854 tuvo a Gregorio, en la calle Santos también, quien se casó en Málaga con la malagueña Francisca Soto Ramírez, nacida en esta misma ciudad en 1855. Una hija de éstos, la también malagueña Dolores Juárez Soto, se casó primero con un malagueño que resultó muerto por herida de arma blanca en la ciudad de Málaga, al mediar en una reyerta. La joven viuda puso un negocio de lavandería y planchado de ropa y en él conocería a Manuel Ortega Fernández, Caracol viejo, con el que en julio de 1909 tuvo a Manolo Caracol en la calle Lumbreras de Sevilla, en la Alameda. Por tanto, Antonio Monge El Planeta era tatarabuelo materno del cantaor sevillano, como siempre aseguró el artista y cantaba a los cuatro vientos el poema del poeta arcense Antonio Murciano:
Tataranieto de El Planeta,
Biznieto de Curro Durse…
Manolo Caracol me llevó a su tatarabuelo El Planeta y éste, siguiendo a sus descendientes en Málaga en un apasionante viaje en el tiempo, al genio del cante sevillano. Era una investigación que había que hacer algún día para aclarar algo fundamental para la historia del cante flamenco, aunque haya quienes no le den ninguna importancia a lo de poner orden en las genealogías flamencas, algo que para nosotros es fundamental.
Según el Padrón de Málaga, Antonio El Planeta vivió veinte años en la tierra de La Trini, la mayor parte de su estancia en esta ciudad en la céntrica calle San Juan, donde estaban los talleres: plateros, anticuarios, artesanos, impresores, etc. Era de profesión cortador, o sea, carnicero o tablajero, como dicen en Cádiz, seguramente con carnicería propia en la que tenía empleados a dos de sus hijos, Francisco y Tomás, aunque éste era también de ocupación impresor según un padrón de la época. El artista tuvo que ser de un nivel económico aceptable porque durante algunos años tuvo criadas, algo casi imposible en aquellos tiempos -mediados del siglo XIX- en una familia gitana. Una de sus criadas fue la malagueña Catalina Liñán.
La Calle San Juan es actualmente una de las más animadas de Málaga, desde que se hizo peatonal y se llenó de comercios. En los años en los que vivió en ella El Planeta con toda su familia -esposa, hijos y algún que otro agregado, como el también cantaor gaditano Lázaro Quintana Monge, su sobrino-, era una calle también muy animada. En la misma casa donde vivía nuestro artista estaba la posada La Corona, que era paradero de merchantes y gente de la bohemia de la época. Había también una tienda de cristales de colores para nichos, además de alguna taberna y tiendas de comestibles. Era ya entonces una calle céntrica muy bien situada, cerca de la Alameda y de la calle Larios, de donde estaban los cafés, como el Café de la Loba, de Don Andrés Ruiz, en la Plaza de la Constitución, sin duda uno de los más antiguos de Málaga y de más historia flamenca, desaparecido el día 31 de marzo de 1902.
Según mis datos datos el artista calé debió de afincarse en Málaga a mediados de los años 30 del citado siglo, después de nacer su último hijo, Tomás, en Cádiz, el 8 de septiembre de 1834. Lo haría aprovechando que por aquellos años esta ciudad se convirtió en una de las mayores exportadoras de hierro -el cantaor fue herrero, al parecer, además de carnicero- y que el comercio textil de los Larios y de la carne daban mucho trabajo en Málaga. Sin olvidar su puerto de mar, generador de riqueza, con importantes exportaciones de vino y aceite. En 1856 se creó el Banco de Málaga, lo que demuestra que se movía el dinero en la ciudad y la provincia, algo que sería fundamental para que el cantaor gaditano alcanzara un nivel económico aceptable y decidiera no regresar nunca a Cádiz y tampoco emigrar a otras ciudades andaluzas. Es significativo el dato de que viviera tantos años en un mismo domicilio, el número 1 de la céntrica calle San Juan, cuando lo normal en aquella época era que las familias cambiaran mucho de casa para recuperar el dinero que se solía dar como fianza para alquilar una vivienda.
Por consiguiente, es más que probable que nuestro protagonista no residiera nunca en Triana, al menos de manera fija, desplazándose desde Cádiz o Málaga cada vez que alguien reclamara sus servicios como cantaor, como en el caso de la famosa fiesta que relató Estébanez Calderón en la popular calle Castilla de Triana, que fue publicada por primera vez en El Heraldo el 1 de diciembre del año 1842. Cinco años después, en 1847, apareció la famosa obra del escritor malagueño. El Planeta vivía todavía en la céntrica calle San Juan de Málaga. Un año más tarde, en 1848, el Semanario Pintoresco Español publicó un bonito reportaje sobre un baile en San Juan de Aznalfarache, donde le llamaban Rey de los bravos cantadores. También en ese año vivía en Málaga, en el mismo domicilio. No obstante, la fiesta que relató Estébanez Calderón tuvo que tener lugar en 1838, cuando el autor malagueño, que firmaba con el seudónimo de El Solitario, era el gobernador de Sevilla. Podría ser que El Planeta estuviera viviendo en Triana en aquel tiempo, aunque no está documentado. Se habla incluso de que tuvo un hijo con una trianera, pero sin fundamento alguno. Seguramente, como era un gitano adinerado de la época dedicado al lucrativo negocio de la carne, se movía mucho por Andalucía y el resto del país. De hecho, en Madrid se anunciaba su llegada en 1853 con cierto interés, acompañado por la cantaora María la Borrica, la célebre hermana de El Viejo de la Isla. Luego tuvo que ser un cantaor de cierto renombre y prestigio reconocido por los historiadores como maestro de figuras tan importantes como Francisco Ortega El Fillo y el no menos célebre Lázaro Quintana Monge, al que localizamos viviendo con él en su casa malagueña, en 1850, y cuyo oficio era también el de cortador. En resumidas cuentas, se puede afirmar ya sin temor a equívoco alguno, que Antonio Monge Rivero El Planeta era el tatarabuelo materno de Manolo Caracol, el bisabuelo de su madre, Dolores Juárez Soto, aunque esto se haya puesto en duda muchas veces.
En sus primeros años como artista se le conocía sólo como Antonio Monge, o Sr. Monge. Lo de El Planeta, como sobrenombre artístico, sería mucho después y, al parecer, se le apodó así en Málaga por ser muy aficionado a los astros, según la conclusión de algunos flamencólogos, aunque yo tengo otra teoría que daré a conocer en su momento. De hecho, una de las escasas letras suyas que han trascendido hasta nuestros días es de una de las más primitivas y hermosas seguiriyas gitanas que se conocen en nuestros días:
A la luna le pío,
la del alto cielo.
Cómo le pío, le pío,
que me saque a mi pare
de donde está metío.
Este hermoso cante ha llegado hasta nosotros a través de Pepe Torre, el hermano de Manuel Torre y abuelo del actual cantaor sevillano José el de la Tomasa, quien la dio a conocer en la Antología del Cante Flamenco (Columbia, 1960) por iniciativa de Antonio Mairena, quien también la grabó llamándola ya de El Planeta, así como Rafael Romero El Gallina. No obstante, es una seguiriya que ha desaparecido del repertorio de los cantaores actuales, siendo de una belleza extraordinaria y enorme rareza musical.
A pesar de todo lo localizado sobre Antonio Monge Rivero y su familia y de estar completamente seguro de que se trataba de El Planeta, daba cierto miedo cerrar esta investigación sin haber encontrado en alguna parte la prueba irrefutable de que estábamos ante el histórico cantaor gaditano. Nunca apareció su nombre en ningún periódico relacionado con el apodo, que se conozca. Siguiendo el rastro de su hijo Francisco en el Padrón de Málaga, una vez muerto el artista, encontré la prueba que necesitába. Su hijo aparecía como Francisco Monge Planeta, en vez de como Monge Bara. Como su padre ya había fallecido, en el Padrón de 1859 utilizó su apodo en vez de su segundo apellido, quizás como homenaje al progenitor o porque el encargado de rellenar la hoja del Padrón no conociera su segundo apellido y sí el apodo familiar. O porque confundiera apodo con apellido. Tras meses de trabajo, ahora sí podía asegurar que el Antonio Monge Rivero al que tanto había investigado era el célebre Planeta, el gran cantaor gitano de Cádiz. Sin embargo, para asegurarme todavía más, siguiendo a todos sus hijos encontré empadronado en Málaga a uno de sus nietos, Tomás, que al final resultó ser Tomás Monge (a) Planeta, como le solían llamar en los periódicos de 1872 cuando iba de banderillero con los nietos de su paisano El Lavi.
Tampoco me fue fácil encontrar el certificado de la muerte de El Planeta. Seguí el Padrón de Málaga hasta que apareció vacía su casa de la calle San Juan, en 1857. Al no aparecer viviendo con su hija Dolores, en la calle Santos, o con su otra hija, María Magdalena, en las calles Lagunillas y Granada, estaba claro que había fallecido en 1856. En efecto, Antonio Monge El Planeta murió en su domicilio malagueño de siempre, el de la calle San Juan, el día 30 de septiembre de 1856 como consecuencia de “congestión cerebral”. Según el certificado de su muerte, el cantaor tenía 65 años de edad y era de ocupación “merchante”. O sea, vendedor sin tienda fija, ambulante. Aunque es posible que diga “marchante”, sinónimo de comerciante. Tras un responso en la Parroquia de San Juan, que estaba justamente al lado de su casa, a escasos metros, su cadáver fue enterrado ese mismo día, suponemos que en el Cementerio de San Miguel, donde recibiría cristiana sepultura, porque el certificado del enterramiento de su cuerpo encontrado en el Archivo Municipal de Málaga carece de ese dato. Como era todo un personaje en Málaga, su entierro tuvo que ser repicado pero la prensa local de la época no se hizo eco de la luctuosa noticia, que haya podido encontrar. Supongo que El Planeta, con cerca de 70 años, era ya un cantaor olvidado, dedicado a sus negocios y a disfrutar de sus nietos, de los hijos de Francisco, Dolores y María Magdalena, porque Tomás, que era “cómico” de profesión, estaba aún soltero en 1863.
Sus hijos continuaron en el negocio de la carne, siendo cortadores o tablajeros. A eso se dedicaron los bisabuelos de Caracol, José Juárez García y Dolores Monge, domiciliados en la calle Santos. También su hija Magdalena, quien se casó con un alicantino de Jijona, Manuel Bretón, enviudando muy pronto y regentando ella sola una próspera tabla de carne en el número 128 de la calle Granada. Francisco Monge era también carnicero y tuvo un buen número de hijos con la malagueña Isabel Soto Fernández, entre ellos, Tomás Monge El Pata, conocido torero malagueño, y Francisco Monge El Guarrirro, casado con la bailaora Rita Ortega Feria, carnicero de jurdó y de mucha gracia. Tomás, el hijo pequeño de El Planeta, se quedó soltero y se dedicó a la comicidad como oficio, aunque no llegó muy lejos.
Hasta aquí una pequeña parte de los datos personales más interesantes de su vida que he podido recopilar, de la agitada y apasionante vida de Antonio Monge El Planeta, al que tantas veces me había encontrado citado en libros y revistas especializadas, pero del que poco se sabía. Ahora ya sabemos quién era y lo que supuso en los inicios del arte flamenco, creando y dando a conocer cantes y formando a intérpretes que difundieron su legado musical cuando desapareció, como fueron El Fillo, Frasco el Colorao, Lázaro Quintana, Paquirri el de Cádiz, Silverio Franconetti, Tomás El Nitri y muchos más que harían la lista interminable. Donde quiera que esté, Tío Planeta, gracias por todo. Espero que nos haya perdonado ya por haberle tenido tantos años olvidado, en un lamentable abandono histórico que he intentado remediar con humildad y mucho amor. Como suele decirse, nunca es tarde si la dicha es buena.
Esta investigación ha llegado a buen puerto gracias a la ayuda inestimable de mi esposa, María de los Ángeles Ojeda. Gracias por tantas horas de sacrificio a mi lado, codo con codo, aguantando además mis largas y continuadas ausencias de la casa, porque casi me tuve que ir a vivir solo a Málaga. El resto de la información sobre la vida y obra de El Planeta aparecerá en breve en un libro, que escribiré junto al investigador gaditano Antonio Barberán. Cuando tuve la certeza de que había localizado todos los datos personales del mítico artista y había acabado la investigación en Málaga, en seguida comuniqué estos datos a Barberán para que me ayudara a buscar sus huellas en Cádiz, en padrones municipales y otros archivos. Su ayuda en Cádiz será importante si al final se hiciera el libro. Ojalá alguna institución pública o editorial andaluza nos apoye para hacer la obra, en la que se darían a conocer una gran cantidad de nuevos documentos que, como sabrán comprender, se han reservado para dicha publicación.
LA BODA DEL PLANETA
Su boda no aparecía por ninguna parroquia gaditana y el Arzobispado. Era extraño porque en los muchos padrones municipales que consultamos en Málaga, desde 1842 hasta su muerte, que se produjo en 1856, constaba siempre que se había casado con la gaditana María Vara Gallardo en El Sagrario de Cádiz, o sea, en la Catedral. Sabía incluso la fecha, 1808, en pleno asedio de los franceses y a cuatro años de que constituyeran las Cortes de Cádiz, de lo que se van a cumplir dos siglos. Llegué a pensar que en realidad no se hubiera casado en Cádiz, sino en Triana o en Málaga, pero en todas las partidas de nacimiento de sus hijos se especificaba con claridad que había contraído matrimonio con María Vara en El Sagrario, y en la fecha ya señalada.
El pasado martes me planté en Cádiz dispuesto a localizar el documento que probara su enlace matrimonial en la Tacita, y hubo suerte: don Antonio Monge Rivero El Planeta, como había asegurado hace un año, se casó en El Sagrario de Cádiz en 1808 con María Vara Gallardo, concretamente el 2 de septiembre. ¿Por qué ha costado tanto encontrar el documento de su enlace? Porque el señor que lo redactó equivocó el apellido de Monge con el de Alonso, y el cantaor reza como Antonio Alonso y no como Antonio Monge. Todo el que iba a El Sagrario y consultaba en el libro de índice, si buscaba Monge, se estrellaba. Por tanto, con este nuevo hallazgo ya podemos asegurar otro nuevo dato del cantaor gaditano, su boda en Cádiz cuando El Fillo tenía solo 2 años y Lázaro Quintana, su sobrino, algunos más. El Planeta, que fue primero herrero, como su padre, y luego cortador -carnicero-, comenzó pronto a traer hijos al mundo y estuvo viviendo en Cádiz hasta 1834, el año del nacimiento de su hijo Tomás, el más pequeño. Luego, y esto está aún por confirmarse, parece ser que se afincó en Triana, para enseguida hacerlo en Málaga y quedarse ya en aquella ciudad para siempre, donde casó a casi todos sus hijos y donde nacieron la mayoría de sus nietos y biznietos.
Gracias por compartir esta valiosa información, fruto de esfurezo y esmero.
Hola soy un super fan del cante flamenco antiguo pero nose si el si existe alguna grabación del planeta
Buenos días Javier.
Lamentable, en tiempos del Planeta no había forma de registrar los cantes, por lo que no existe ninguna grabación.
¡Gracias por visitarnos!
Simplemente impresionante. Muchas gracias por el esfuerzo amigo : – )
Muchas gracias amigo!